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La digitalización seguirá ganando terreno e influyendo cada vez más en los procesos del comercio minorista de alimentos, así como también en toda la cadena de valor. Pero esto no significa que los servicios de reparto vayan a sustituir totalmente el comercio minorista físico de alimentos. El comercio físico no desaparecerá gracias a su excelente abastecimiento y a la experiencia de compra que proporciona. Además, la mayor parte de la población tiene un mercado a mano. Pero adaptarse a los hábitos de consumo cambiantes y a las nuevas posibilidades que se abren, por ejemplo, con la digitalización requiere una reestructuración conforme a nuevos criterios.
La digitalización supone un enfoque holístico de pensamiento, gestión y procesos. Podemos redefinir las intersecciones y delimitaciones existentes hasta el momento entre las distintas etapas del proceso para así simplificar y agilizar procesos complejos.
La digitalización constituye, por tanto, un enfoque que permite cuestionar lo hasta ahora establecido y asentado para, a partir de ahí, desarrollar nuevos modelos de negocio. Al mismo tiempo, la calidad del servicio, de los productos y del envase tiene que quedar garantizada y mantenerse uniformemente alta. Para ello, la DLG ofrece una certificación en comercio electrónico.
Los datos se convertirán en la nueva moneda de cambio, puesto que quien disponga de datos –sobre todo de datos de clientes y de productos– estará en condiciones de obtener ventajas competitivas mediante la diferenciación y la oferta de servicios adicionales. El tratamiento sensible y correcto de los datos se convierte en un elemento esencial para generar confianza y para diferenciarse.
El gran reto es ganarse la confianza de las partes implicadas y disfrutar de ella de forma duradera. Esto se aplica tanto a datos de clientes como de productos y de procesos. Pero la seguridad de datos no es solo un reto jurídico y técnico, sino también de comunicación.
Los datos permiten crear algoritmos con los que se pueden optimizar procesos y ofertas. Esto mejora la orientación de clientes en la tienda en línea ya que se realiza un seguimiento de los productos que mira, de lo que ha comprado anteriormente y del tipo de comprador que es. Todo esto se analiza y se traduce en ofertas directas que responden al lema: “Esto también podría resultarle interesante”. ¿Por qué estas tecnologías no tendrían éxito también en la tienda física? Ya sea durante la planificación de la compra, o bien por medio de una pantalla en el carrito de compras que lea mi lista de compra, que calcule el recorrido óptimo por el establecimiento y que me proponga lo que todavía podría o debería comprar. Las tecnologías inteligentes harán posible registrar digitalmente los alimentos que tenemos en la nevera o en la despensa y, a partir de ahí, planificar la compra según preferencias personales, como por ejemplo, el precio, si son productos de la región o ecológicos.
El análisis de datos permite reconocer tendencias y reaccionar con rapidez. Esto, llevado a sus últimas consecuencias, implica avanzar hacia la personalización de los productos y del proceso de compra. ¿Por qué no se puede activar un pedido en un proveedor determinado cuando el producto se está agotando en casa?
En el ámbito de la logística, la digitalización tiene que ver, por un lado, con una organización eficiente de procesos de entrega y, por otro, con los transportes que tienen lugar dentro de la propia empresa, así como con la combinación de robótica y automatización. Por ejemplo, en el área de Mantenimiento predictivo tienen lugar profundos procesos de digitalización dentro de la cadena de valor.
Desde mi punto de vista, ya hemos alcanzado un alto nivel en la valoración de necesidades, pero los sistemas se perfeccionan constantemente. Con las posibilidades que conlleva la digitalización se incorpora un nuevo instrumento que permite desarrollar sistemas nuevos e innovadores.
A este respecto vuelvo a repetir lo mismo: quien dispone de datos tiene el poder. Si el comercio minorista de alimentos puede detectar mejor las necesidades de los clientes, esto se reflejará en su oferta de productos y exigirá a sus proveedores que produzcan y entreguen conforme a las necesidades específicas del cliente.
Ciertamente hay potencial en este terreno. Si se puede determinar la demanda con mayor precisión, si el porcionado se puede adaptar de forma más individual o si la reposición tiene lugar automáticamente, se necesitarán entonces cantidades menores y, por tanto, también menos envases.
La trazabilidad es un tema muy importante y lo seguirá siendo. Si los procesos de producción y de logística son rápidamente rastreables aumentan la seguridad y proporcionan la transparencia que exige el consumidor final.
Entre los factores de éxito más importantes ubico la flexibilidad en el reparto, las entregas puntuales y fiables, la calidad, la variedad en el surtido y un precio económico.
Según las cifras actuales del instituto alemán de investigación de mercado GfK, tan solo uno de cada cinco consumidores alemanes ha encargado siquiera una vez alimentos por Internet, mientras que dos terceras partes han comprado ya ropa o artículos de electrónica por esta vía. En el caso de alimentos, son sobre todo productos pesados, voluminosos o muy duraderos –como conservas, bebidas o dulces– los que incitan a los clientes más jóvenes a comprar por Internet. El surtido se va ampliando sucesivamente conforme se va perfeccionando la logística. Es probable que los productos frescos, como la carne o el pescado, sigan siendo un reto importante, pues el coste para el cliente y el proveedor puede ser demasiado grande y, como consecuencia, el negocio no resulta rentable.
Decisiva es la llamada “última milla” de la entrega. Quien solucione este problema tendrá ya mucho camino ganado. Aparte de esto, también surtidos especiales y la preparación de pedidos pueden constituir otros elementos estratégicos.
El comercio minorista de alimentos está muy presente y los clientes quieren ver los productos y elegirlos ellos mismos. A esto se une que los costes de entrega, sobre todo en la “última milla” son relativamente elevados.
Estoy seguro de que en el ámbito de la logística se desarrollarán soluciones innovadoras para reducir los costes de la hasta ahora costosa “última milla”. Servicios de entrega autónomos, centros de recogida, “neveras-buzón”, una delimitación temporal de la entrega o incluso el empleo de drones. Hay muchas ideas, estas no son más que el comienzo.
El mercado de alimentos en línea seguirá creciendo aunque solo sea por el hecho de que el consumidor se acostumbra cada vez más a encargar productos por Internet. El deseo de mayor flexibilidad no para de aumentar. En mi opinión, estamos solo en el principio, pero la necesidad existe. Piense, sobre todo, en zonas rurales o en el aumento de los horarios flexibles de trabajo.
Puedo imaginarme muy bien que el comercio físico representará para el consumidor la posibilidad de disfrutar de la experiencia de compra. También en el sentido de “tiendas insignia”, en las que se puede mirar y elegir los productos o, en el caso, de los alimentos, incluso consumirlos.
Este problema del cambio en los envases lo tratamos ya hace algún tiempo en una conferencia organizada por la DLG en torno al tema del comercio electrónico. Aquí al envase se le exige otro tipo de requisitos. En las estanterías, el envase debe llamar la atención del cliente y aportar la información importante establecida en las leyes. En el comercio electrónico esto es muy distinto. Aquí la función principal del envase es proteger el producto y ocupar el menor espacio posible en contenedores de basura para no llenarlos en exceso. A este respecto hay todavía mucho trabajo por hacer.
Creo que esta pregunta hay que formularla de otra manera. Los clientes esperarán que los alimentos se entreguen en el formato y con los estándares que ya conocen de otros productos y que desean obtener. Los sobrecostes que esto puede suponer se transferirán al precio del producto. Pero también esta etapa del proceso está sometida a una fuerte competencia de costes y al final es el consumidor quien decide.
La DLG fue fundada en 1885 y actualmente es una organización líder en la industria agroalimentaria, que cuenta con más de 29.000 miembros. Se trata de una entidad sin ánimo de lucro y es políticamente independiente. Como red internacional y abierta, la DLG trabaja con expertos de todo el mundo sobre soluciones orientadas al futuro para responder a los retos del sector. Organiza ferias líder internacionales y actos en los ámbitos de cosechas, ganadería, técnicas agrarias y forestales, abastecimiento de energía y tecnología alimentaria. Sus controles de calidad de alimentos, técnicas agrarias y medios de explotación son líder a escala internacional. Con su trabajo especializado y su red de expertos, la DLG no deja de aportar nuevos impulsos en el terreno de la práctica.
07.04.2019